Lúdicos
Dansa Valéncia atiende al público del mañana, programando para los más pequeños Play, la deslumbrante nueva creación de Aracaladanza, que se verá el 13 de abril en el Teatro Principal. Te contamos porqué tus hijos deben verla (y tú también)
TEXTO_OMAR KHAN Foto_PEDRO ARNAY
Valencia, 13 de abril de 2019
Aunque no pertenece ya a la larga tetralogía dedicada a convertir en danza el universo de pintores puntuales, Play, la nueva y desmelenada coreografía del creador argentino Enrique Cabrera para su flamante compañía madrileña Aracaladanza, conserva algunas constantes de este largo período, destacando muy especialmente su interés cromático, que convierte en un crisol de colores y armonías el escenario desde la certera iluminación y los numerosos y vistosos trajes de Elisa Sanz. Su nueva y ambiciosa producción llega hoy al Teatro Principal de Valencia, en el marco del Festival Dansa València, justo antes de sus presentaciones en el prestioso Sadler's Well, casa de danza londinense, donde son asiduos. En Play el colectivo madrileño se reafirma en su apuesta por una danza para público familiar que no aparece reñida con las formas ni las directrices de la danza contemporánea al uso. No hay en Play un tema concreto y a cambio ofrece un centenar de sugerencias posibles en una cadena de situaciones entre delirantes y surrealistas, visualmente potentes todas, que hacen que su hora de duración parezcan minutos, en un entretenimiento de altura pensado para estimular la imaginación tanto de niños como de adultos. En la cascada de secuencias de la coreografía se pueden rastrear influencias y homenajes a fuertes personalidades de la danza moderna que van desde Nikolais, prestidigitador escénico de los setenta hasta Philippe Decouflé y su gesto circense, sin olvidar algún guiño a Pilobolobus. Pero el conjunto luce original, con el sello propio y ya reconocible de la compañía.
Acertada resulta la velocidad con la que transcurren las escenas, lo que imprime un ritmo desbocado a la representación. Pelos de globos, sofás gigantes, un personal y divertido lago de los cisnes, robóticos seres plateados, surrealistas criaturas con cabeza de perro, lluvias de platos de colores y una danza trepidante conforman los atractivos narrativos de esta velada, en la que la música original de Luis Miguel Cobo parece no encajar del todo, quizá porque permanece atada a ciertas melodías, trucos y efectos demasiado característicos del teatro, el circo y el cine infantil convencionales, lo que la hace ir a contracorriente de una puesta en escena y una idea coreográfica que justo va en sentido opuesto al teatro para niños del ¡hola amiguitos¡, del que afortunadamente consigue escapar, colocándose en una órbita de la creación más autoral, personal e imaginativa.