PODER DE SEDUCCIÓN
Triunfó anoche Antonio Najarro en el Festival Madrid en Danza con la reinvención de su coreografía Alento. Allí estuvimos, así lo vimos…
Texto_JUDIT GALLART Foto_JESÚS VALLINAS
Anoche, la Sala Roja de los madrileños Teatros del Canal rezumó fuerza, seducción y delicadeza con Alento, la primera creación de Antonio Najarro en el resurgir de su propia compañía, después del hiato que supuso su gestión como director artístico del Ballet Nacional de España, para el que creó una primera versión corta de esta pieza, que reaparece ahora como reclamo del Festival Madrid en Danza alargada, agrandada y mejorada (con funciones hasta el domingo 9).
Alento trae consigo todos los estilos de la danza española devolviéndonos a los orígenes, pero despertando a su vez nuevas corrientes, nuevos sonidos. Castañuelas, batas de cola pavoneándose, telas, muchas telas, un paso a dos donde los bailarines se funden en una sola figura convirtiéndose en un único cuerpo… A destacar especialmente esa bailarina solitaria que se retorcía como si careciera de columna vertebral para posteriormente desplazarse como un torbellino por el escenario, haciendo resonar sus castañuelas para finalmente desprenderse de su bata de cola y convertirse en una figura tan efímera como cargada de gracia y ligereza.
Najarro no solo ha evidenciado su agudeza en el uso del espacio movilizando a los bailarines hasta el punto de lograr un verdadero espectáculo visual, sino que también supo otorgar su pequeño momento de gloria a la pequeña orquesta ubicada en el foro del escenario, liderada por el prestigioso compositor Fernando Egozcue en cuya rítmica se podían percibir ciertas reminiscencias tanto del jazz como del tango.
Enloqueció anoche la audiencia tras esta pieza que reafirma la capacidad creativa del coreógrafo, su profundo conocimiento de la danza clásica española y su notoria debilidad por la elegancia de la danza estilizada.
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