TRIUNFÓ DUATO EN SANTANDER
Finalmente, se estrenó ayer en Cantabria ‘Morgen;’, la pieza que marca el regreso del creador valenciano a la Compañía Nacional de Danza. Allí estuvimos y esto nos pareció…
Texto_CAROLINA LÓPEZ CASTAÑEDA Fotos_ALBA MURIEL
Santander, 26 de febrero de 2022
Estrenó ayer Nacho Duato en Santander Morgen;, una coreografía visualmente potente que aborda el tema del suicidio y supone la primera creación que hace en exclusiva para la Compañía Nacional de Danza (CND) después de su abrupta y polémica salida de la dirección artística del ente público, hace ya once años. El Palacio de Festivales de Cantabria, en su 30 aniversario, ha sido fiel testigo de este hito, durante esta tarde inolvidable que otorgó a la danza su ofrenda con elegantes y rotundos aplausos, que elevaron a la Sala Argenta sobre el mar y sobre el aire, con una CND impecable, no solamente en la premier de la pieza del que fuera su director artístico sino también con el estreno de Grosse Fuge, del maestro holandés Hans van Manen y Polyphonia, de Christopher Wheeldon, las otras dos obras que completaron el programa de anoche.
Morgen; (en las fotos) es una creación que sincroniza a la perfección la composición musical de Pedro Alcalde y la iluminación –imponente- de Nicolás Fischtel, dos usuales colaboradores de Duato, hasta el punto de llegar a la alquimia. El espectador es rápidamente hipnotizado por la resonancia de la música, que se eleva y cae entre sombras indefinidas y abrumadoras. Las de demonios y deseos con su baile agitado, donde el miedo se atreve con su propio cuerpo a edificar su rendición y su pozo. Allí, en frecuencias reptiles, pretende acercarse al más bello y cruel de los naufragios. Danza para levitar sobre la agonía huyendo del peregrinaje hacia el desastre, es Morgen; un espejismo de secuencias intensas con un velo de esperanza. Es una necesaria y acertada reflexión sobre el suicidio, que nos ha removido y nos ha llevado hasta la luna.
Textura Balanchine
En Grosse Fuge, la creación de Van Manen sobre música de Beethoven, cuatro parejas de bailarines proyectan una coreografía firme como los pilares que sostienen el templo, traspasando las barreras del deleite, en una puesta en escena impoluta, blanca y pura. Por su parte, Polyphonia, de Wheeeldon, con música de György Ligeti en la magistral interpretación al piano de Mario Prisuelos, aparece impregnada de la textura Balanchine, sumergiendo la mirada en el encanto y el misterio del desafío, el de la libertad del movimiento que no le teme a la gravedad, para dejar entrever una danza casi alada entre líneas infinitas y utópicas de belleza.
