HONRANDO A BÉJART
Un caluroso aplauso despidió anoche al Ballet Béjart Lausanne en LaFACT Terrassa, tras una función un tanto descompensada. Te lo contamos...
Texto JUDIT GALLART Foto_GRAGORY BATARDON
Terrassa, 12 de marzo de 2022
LaFACT Cultural de Terrassa ya ha comenzado la celebración del 40 aniversario de la Temporada BBVA, con un evento que, enmarcado en el Festival Dansa Metropolitana, tuvo el placer de acoger anoche a unos invitados muy especiales llegados desde Suiza. De la mano de su actual director, Gil Roman, el elenco del Béjart Ballet Lausanne ofreció un programa doble en el que se hizo hueco la novedad creativa de Roman y el primoroso legado coreográfico del hombre que fundó la compañía hace ya más de 30 años, Maurice Béjart (Marsella 1927 / Lausanne, 2007).
Alors on danse...!, coreografiada por Roman y estrenada el pasado año en la Ópera de Lausanne, fue la pieza escogida para inaugurar la velada. Desde el centro del escenario, una solitaria Jasmine Cammarota inicia un juego de movimientos geométricos fortalecidos por la inquietante expresividad de una bailarina cuya presencia destacó a lo largo de toda la función. Su asertivamente sensual y, en ocasiones, furiosa intervención se ve interrumpida ante la caída de un telón de fondo que fue poco a poco engullido por un fuego invisible, para presentar tras él a todo el elenco de la compañía. Una colorida y altamente atlética sucesión de escenas, en la que destacaron los pas de deux, fueron presentados uno tras otro logrando que la música cobrara sustancia y presencia física en una amalgama de fuerza y delicadeza.
Cargada de abrazos, muchos abrazos, y de constantes vibraciones de manos, pies, codos y dedos, Alorson danse...! es una oda a la alegría, un homenaje al placer de bailar en el que se echó en falta la coordinación y la escucha de grupo en diversos momentos. Generalmente por parte de ellos, los bailarines masculinos, y particularmente en el dueto que conformaron esos dos intérpretes en el que los movimientos de cada uno se mantuvieron a una velocidad e intensidad tan propias que fueron pocas las veces en las que consiguieron coordinarse. Sin embargo, una vez que la exquisita Mari Ohashi coloca cuidadosamente sus puntas en el proscenio, la compañía entera regresa a escena envuelta por el canto de Bob Dylan y, esta vez, dispuesta a sacar todo su armamento. Lástima que no fuera hasta el final.
No obstante, la posterior interpretación de las 7 danzas griegas de Béjart se ganó cada uno de los miles de aplausos y ovaciones con las que el público los despidió. De hecho, fueron aquí los bailarines masculinos los que acapararon todas las miradas, en especial un preciso, pasional y ligero Oscar Chacón que emergió desde el núcleo de la agrupación a salto de sissonne para disgregarla por completo como consecuencia de la explosividad de su aparición.
En sus 7 danses grecques, Béjart buscaba destacar la esencia de la cultura griega sin caer en folclorismos ni reproducciones estereotipadas, convirtiendo a sus bailarines en esa otredad para que no hubiera posibilidad de imitarla. Un desafió que fue superado anoche por la compañía con un resultado por momentos enternecedor, limpioy absolutamente encantador, al que se enfrentarán de nuevo esta noche antes de continuar su gira por Europa.