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TAMARA ROJO, COREÓGRAFA

Demostró la exbailarina española sus habilidades para la creación antenoche con su versión de ‘Raymonda’ para el English National Ballet, en el Teatro Real. Fuimos a verla y esto nos pareció…

 

Texto_OMAR KHAN Fotos_JAVIER DEL REAL

Madrid, 12 de mayo de 2023

Aunque fue creado mucho antes, en ese momento de esplendor de Marius Petipa en el San Petersburgo de finales del siglo XIX, Raymonda es un ballet cuya historia parece más en sintonía con los de la escuela británica de bien avanzado el siglo XX. El dilema de una mujer entre dos hombres que la disputan en medio de un conflicto bélico, parece más propio de un drama de los ballets de Kenneth McMillan que de los acostumbrados por Petipa, que se movía como pez en el agua en países de caramelo, siempre entre doncellas y hadas, encantamientos y maleficios. Da la impresión que, al no disponer de los recursos y posibilidades escénicas que otorga la fantasía, el coreógrafo optó por minimizar la historia, que ya es mínima, y la hizo avanzar desde el ballet mismo, donde es experto y se siente seguro.

Por ese camino, Raymonda se convierte en una cadena de danzas desplegadas a través de difíciles variaciones solistas, duetos virtuosos, tríos complejos y, sobre todo, grandes momentos corales que, en ocasiones, no parecen responder a necesidades relacionadas con la historia que cuenta. En el tercer acto, que es el de la celebración de la boda, dramáticamente no ocurre nada, salvo el desenlace. Esto hace que, por muy espectacular que sea la puesta y por muy bien bailado que esté, no deje de ser un ballet monótono que enlaza bailes uno tras otro, en complicidad con esa música más efectista que efectiva, que le compuso Alexander Glazunov.

 

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Raymonda sacudida

Así las cosas, muy loable resultó constatar antenoche en el madrileño Teatro Real el esfuerzo titánico de Tamara Rojo por remozar y sacudir un poco a Raymonda, en su debut como coreógrafa con esta pertinente versión que hizo para el English National Ballet (ENB) cuando era su directora artística. Se la trajo de las Cruzadas de la Edad Media del original a la Guerra de Crimea del siglo XIX, un conflicto más cercano y familiar para los británicos (público natural de la compañía), que aliados con los turcos, habían participado en este enfrentamiento a Rusia.

Acertada resultó, sobre todo, la inyección de vitalidad, energía y determinismo inoculada al personaje central, que deja de ser la mujer disputada por dos hombres a ser la dueña de la situación, la que decide su propio destino. Esta decisión, quizá la más relevante de la versión de Rojo, la obliga a modificar el original con un desenlace que engrandece y ennoblece al personaje y le da otro sentido a todo el ballet.

Pero Tamara Rojo no ha querido, quizá lamentablemente, hacer una trasgresión total. Huyó de la radicalidad que le pedían los atrevidos cambios que introdujo y se empeñó en ser fiel a Petipa en la infidelidad, conservando la estructura del ballet, que es lo más deficiente del original. Y al final, pese a las acertadas innovaciones, persiste aquí el encadenamiento de danzas una tras otra, solo que menos monótonas y, estéticamente, más bonitas.

Sobria, realista y elegante es la puesta en escena. El elenco del ENB luce compacto y tiene oportunidad de brillar en los numerosos momentos corales, destacando la virilidad y buen hacer del equipo masculino en la danza de los militares del primer acto y, muy especialmente, el femenino en el sueño de Raymonda, quizá el mejor momento de la noche. Rojo resuelve el llamado acto blanco o momento de ensoñación, con buen gusto y buen hacer, haciendo guiños a los de Lago de los cisnes y La Bayadera, los más emblemáticos de los actos blancos del repertorio académico.

Shiori Kase, en el rol de Raymonda, lució algo geométrica y poco fluida aunque técnicamente impecable. Mucho mejor el mexicano Isaac Hernández, artista invitado de la compañía, en el rol de John, aunque el que verdaderamente destacó por brío, soltura, fiereza y destreza, fue el alicantino Fernando Carratalá en el rol de Abdur. El ENB seguirá bailando Raymonda en el Teatro Real hasta mañana. En la función de esta noche, el rol de John será bailado por el español Aitor Arrieta.

ARTÍCULO RELACIONADO:  ENB / TEATRO REAL (susyq.es)

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