NDT : DOBLE VIRTUOSISMO
El equipo holandés ha estrenado en La Haya 'Raw are the roots', un díptico con obras de Sharon Eyal y Felix Landerer que fue ovacionado. Allí estuvimos y esto es lo que nos pareció...
Texto JUDIT GALLART Foto_RAHI REZVANI
La Haya, 16 de mayo de 2023
No cualquier compañía de danza puede presumir de poner en pie a todos los asistentes tras una función. Una hazaña compleja, sobre todo cuando se trata de un macro-auditorio como es el novísimo Teatro Amare de La Haya, levantado sobre el antiguo Lucent Theatre, cuya capacidad es de hasta 1300 espectadores. Y es que la función ofrecida el sábado pasado por el Nederlands Dans Theatre (NDT), referente durante más de 60 años en el panorama de la danza contemporánea, hoy bajo la dirección artística de Emiliy Molnar, mereció cada uno de los aplausos con los que se la ovacionó. Nos ofrecieron un programa doble bajo el nombre de Raw are the roots con en el que se buscaba celebrar la vulnerabilidad y la osadía necesarias para poder escarbar en las nuevas ideas, sensaciones y enfoques que conllevan los procesos creativos.
La pieza encargada de inaugurar la velada fue I contain multitudes, el último trabajo de Felix Landerer con el que el coreógrafo, inspirado por la poesía de Walt Whitman, explora los límites del “Yo” en una profunda reflexión sobre las multitudes que habitan en cada ser humano. Una estructura metálica similar a una antena cuelga desde lo alto del escenario al tiempo que doce cuerpos comienzan a deambular sin rumbo conquistando el espacio. Con una coreografía ondulante cargada de curvas casi imposibles, los intérpretes juegan con los cambios de velocidad entrando y saliendo de escena para ofrecer una danza en la que la agrupación entera se divide en dúos, tríos y pequeños grupos antes de regresar de nuevo a su formación inicial. Una masa capaz de generar toda una arquitectura espacial de la que de vez en cuando se desprende algún bailarín para romper con la geometría generada por esta congregación en la que la escucha de grupo juega un papel esencial. La pieza queda envuelta por una monumental pared cóncava que se mantiene en constante movimiento. Se trata de un desplazamiento vertical tan pausado que resulta imposible de percibir, similar al efecto que produciría una planta si fuera observada con atención durante su crecimiento.
Pero sin duda la favorita de la noche fue Jakie (en la foto), obra con la que el tándem israelí Sharon Eyal y Gai Behar celebran su regreso a la NDT tras una pausa de siete años. Un potente desafío físico de principio a fin envuelto por la música electrónica de Ori Lichtik, colaborador habitual de Eyal. En la penumbra generada por un cenital frío se vislumbran dieciséis figuras difusas cuyas diferencias entre ellas, gracias a un vestuario compuesto únicamente por maillots de color piel, resultan casi imperceptibles. Mediante un couru, desplazamiento coral, aquí excesivamente tembloroso, estos seres virtuosos se agrupan hasta formar un coro en constante rotación cargado de movimientos bruscos y precisos mientras una de las bailarinas se mantiene totalmente inmóvil en el centro del anillo rodeado por otro bailarín que se desplaza en sentido contrario a la agrupación. Hay algo de ritual en esta pieza, pero también ligeros guiños a los bailes latinos sin perder la tensión que se mantiene latente a lo largo de toda la pieza. Una tensión que seguro sintieron estos impecables artistas que lograron mantenerse elevados durante casi 35 minutos sobre la media punta sin flaquear ni por un instante demostrando así por qué la NDT es todo un referente internacional.
Durante los próximos días y en ciudades como Tilburgo, Ámsterdam, Rotterdam y Eindhoven se podrá disfrutar de un trabajo que, sin duda alguna, no resultará indiferente ni al más crítico de los espectadores.
